Una de las razones por las que me gusta tanto la fotografía de paisaje es porqué para ello no se necesitan modelos. No tengo que llamar a colegas para que vengan conmigo a ayudarme en lo que normalmente es una tarea un poco aburrida y repetitiva en la que casi siempre toca ir arriba y abajo múltiples veces sobre un tramo de sendero o pista, sea en bici, a pie o en esquís. No tengo que sentirme presionado a hacer las cosas con prisas, en parte porqué casi siempre se trata de colegas haciéndome un favor (a cambio de una cena o de unas cervezas). Cuando voy a sacar unas fotos de paisaje puedo ir cuando me parezca y hasta cuando me parezca, y si las fotos salen que son un desastre, por lo menos puedo arrastrarlas directamente a la papelera sin tener que enseñarlas a nadie. Especialmente a colegas con expresiones esperpénticas.
Aún así, muchas veces ansío añadir un elemento humano en mis fotos. Los deportes de montaña son mi otra debilidad. Me encanta captar el dinamismo que el cuerpo humano en acción añade a la estática del paisaje y mostrar la pequeñez humana frente a la grandeza del mundo natural. Cuando me encuentro en el humor preciso y no tengo nada urgente que hacer, a veces me propongo hacer de modelo en mis propias fotografías. No es un proceso fácil ni rápido pero por lo menos el modelo sale gratis y no se queja (y si se quejara tampoco le haría caso).
La foto de ésta entrada la he hecho esta misma tarde usando mis técnicas de automodelo. Aúnque no lo parezca, esta foto me ha llevado bastante trabajo. Primero hay que encontrar el rincón adecuado, en éste caso un sendero de la zona (también muy popular en bici) que todavía estaba despejado de nieve, luego hay que montar la cámara en el trípode, encuadrar la composición, instalar el disparador automático, sincronizarlo con mi reloj para poder correr en el momento justo en que se disparará... y entonces repetirlo todo unas cuantas veces para asegurar la foto. Para complicarlo todo un poco mas, la luz no era nada del otro mundo y había demasiado contraste entre cielo y tierra por lo que he decidido sacar una HDR, una técnica en la que se juntan varias imágenes (5 en este caso) hechas a diferente exposición cada una para obtener un espectro mas amplio de luz en la imagen resultante. Así he salvado la foto con este cielo bien definido y manteniendo el detalle en el primer plano.
Me encanta el paisaje que tenemos ahora, los ocres profundos de la vegetación reseca y helada contrastan con la nieve de las cimas y los cielos nublados de otoño. Mas o menos en el centro de la foto se alcanza a ver unos edificios de un viejo rancho abandonado. La cima piramidal que se eleva por detrás es el Teocalli (el nombre de mi calle), una bonita cumbre de la zona.
Un abrazo a todos y a disfrutar del otoño.
Muy buen trabajo Xavi, como si pareciera tan fácil disparar con la cámara y listo. Coincido en que mediados de otoño regala unas sensaciones únicas; por aquí también.
ResponderEliminarAbrazo y a disfrutarlo.
Muy buena foto...
ResponderEliminarNo se como se quejan tus amigos, a mi me gustaría tener unas buenas fotos mías montando en la bici, por ejemplo.
Muy buena foto... y muy buen HDR, porque no es exagerado y queda bastante natural.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu trabajo y un placer leerte, Xavi.
Ni idea de lo que es el HDR, ni nada que se le parezca. Mi técnica fotográfica se limita a una automática que me acompañe lo máximo posible y me permita sacar instantaneas de buenos momentos. Como en la bici y en otras muchas cosas, distintas formas de difrutar y distintos objetivos.
ResponderEliminarAun así, me gusta ver y observar fotos. Y pobre de aquel que piense que para sacar una buena foto, solamente hay que disparar.
Gracias por las fotos Xavi. Por aquí, trataremos de disfrutar del otoño y de todo aquello que lo rodea.
Pedro.
PD: como siempre, se féliz.