Esta semana ha sido como un ciclo de centrifugado sin fín. Física y emocionalmente. Todo empezó el fin de semana pasado cuando nos juntamos un grupo de amigos y nos fuimos a pasar
un par de noches en un "yurt" que hay por encima de un pueblecito de Colorado llamado Lake City. Un yurt es una estructura que combina un esqueleto de madera con una piel de lona plastificada, inspirada por las tribus nómadas de Mongolia pero que ha encontrado un nicho perfecto como refugio de montaña en las sierras norteamericanas. Son relativamente fáciles de erigir, cálidos y espaciosos. Nuestro yurt se hallaba en un vasto plateau alpino situado a mas de tresmil metros de altura y de gran interés geologico y paisajistico. Pero nuestra escapada fue mas una excusa para juntarnos, comer, jugar juegos de cartas y relajarnos con nuestros amigos que no para esquiar o ascender picos. Salimos a hacer alguna excursión por las planicies heladas y castigadas por el viento que casi siempre sopla por estas partes, pero lo mas memorable fueron las sesiones de "Ginromy" a la luz de las frontales y las opíparas comilonas que nos zampamos. Cuando llegamos al pueblo celebramos el cumpleaños de Katie & Piper, unas guapísimas gemelas de 4 años de edad de las que Karen y yo somos padrinos. Los dos tenemos una relación muy especial con las dos y al mismo tiempo disfrutamos de el lujo de poder proyectar nuestro instinto paternal/maternal a nuestro aire. Para celebrarlo salimos a hacer unas bajadas en trineo que no veas. Aúnque no lo aparente en la foto, yo estoy mucho mas atemorizado que ellas. Esto del trineo no es mi elemento, eso seguro.