Tal y como lo había pronosticado en la anterior entrada, la cena de Thanksgiving fue de película. Mr Doug Bradbury (cortando el pavo en la foto) y su esposa Sally montaron una baccanale de la que todavía no nos hemos recuperado. Supongo que será por eso que estos últimos días, en un vano intento por quemar las infinitas calorías y evaporar la intoxicación etílica incurrida, que me he sumido en un torbellino de actividad que me ha llevado a salir en bici por senderos helados, a hacer entrenos interválicos sobre esquís de fondo y a patinar sobre las placas de hielo que siguen creciendo en el pantano de Blue Mesa. Todo eso en los últimos cinco días.
No, no quiero fardar de hacer tanta actividad, la verdad es que incluso me siento un tanto estúpido por ello, pero es que entre que ha estado haciendo un tiempo impecable y que quería hacer fotos de todas las maravillas que ven mis ojos no hay manera de trabajar en casa.
El que todavía estemos haciendo bici por los senderos de los alrededores del pueblo ya empieza a ser un hecho tan excepcional como el que germinen azucenas a medio invierno. Es extraño, pero también es un puntazo. Pero tampoco quiere decir que salir en bici estos días sea pan comido. Esta mañana he salido con mi amigo Steve (en la foto) por el Upper Loop, un recorrido clásico de la zona, y cuando hemos salido del pueblo el termómetro marcaba -10ºC, que nos es moco de pavo. Todo parece muy idílico en la foto, pero de vuelta en el pueblo hemos ido directos a tomarnos un café y de repente y sin aviso Steve ha empezado a lloriquear como si enanos invisibles le estuviesen clavando clavos en las manos. Resulta que se le habían helado las manos y no se había atrevido a decir ni pío.
Mientras escribía esto, que la segunda luna llena del mes ha salido por detrás del picacho de Crested Butte. Gorda y reluciente cuál ninfa celestial de Rubens.
Salud... i visca el Barça!
Xavi Fané