15 marzo 2011

Un tanto apagado


Este pasado fin de semana, mientras estábamos colgados y desconectados en un refugio de montaña allá en el sur de Colorado, disfrutando de un tiempo de ensueño y de unas esquiadas espectaculares, lo último que se nos podía pasar por la cabeza era lo que en aquellos momentos estaba ocurriendo en el mundo exterior. Hasta que el sábado por la tarde, mientras nos relajábamos después de haber pasado buena parte del día esquiando la nieve polvo de las vertientes mas encaradas al norte, vi que Gary, que había encontrado una pequeña radio portátil en el refugio, volvía de la terraza con cara preocupada. Le pregunté que si había pasado algo y mencionó que había oído que un gran terremoto había sacudido Japón y que habían muchas víctimas… pero la recepción era muy mala y no pudo comprender muchos de los detalles.

No fue hasta el domingo cuando emergimos de las montañas y yo me separé de Karen y del grupo para ir a Durango (a llevar el ordenador al hospital) que empecé a darme cuenta de la magnitud de la tragedia. Las imágenes que esa noche vi por la tele del motel en que me alojé me impactaron en gran manera. Creo que nunca había visto con tanta claridad gráfica los pavorosos efectos de un maremoto barriendo todo lo que encontraba a su paso por el litoral nipón, barcos, edificios, carreteras y vidas, muchas vidas. Que horror y que tristeza. Ni el sol primaveral que bañaba las calles y colinas de Durango, ni los pajaritos cantando ni mis piernas lechosas corriendo libres por caminos de tierra, entre pinos y fragantes matorrales lograron sacarme de mi deprimido estado.

Ahora vuelvo a estar en casa, de nuevo en mi mundo blanco. Todavía desconozco cuál es el diagnóstico del ordenador, supongo que me llamarán esta semana para informarme de la situación. Espero que me digan que ha salido de “Emergencias” y que ya respira por si solo, entonces haré otro viajecito de 4 horas hasta Durango para ir a buscarlo. Lo añoro un poco pero no mucho. Las calles de Crested Butte son un caos formidable. Las altas temperaturas de los últimos días han liquificado la gruesa capa de nieve y hielo que las cubría convirtiendolo todo en una argamasa con roderas y baches sin fondo que se traga los coches de los mil turistas que ahora tenemos en el pueblo. Si pudieseis verlo seguramente os reiríais y a la vez pensaríais que como es posible que en un país que tanto se las da de “avanzado” se pueda ser tan tercermundista (en parte todo esto ha ocurrido porqué os equipos quitanieves también están sufriendo los recortes de presupuesto municipales).

Pero nada de esto parece tener mucha importancia estos días. Todo lo que hago y dejo de hacer está sumido en un vaho de trivialidad.  Mis pensamientos están con los colegas japoneses.

Xavi Fané

3 comentarios:

  1. Hola Xavi,

    Malos tiempos en Japón.
    Este tipo de acontecimientos nos hacen, o al menos a mi, darnos cuenta de lo insignificantes que continuamos siendo frente al poder de la naturaleza. ¿Qué hubiera ocurrido de no ser en Japón? Un pais "muy preparado" y acostumbrado a vivir en una zona de gran actividad sísmica. Desgraciadamente, al igual que en Haiti, esta vez ha sido demasiado hasta para ellos.
    Aun así, observar al pueblo japones, su comportamiento, me invita a confiar en su reconstrucción. Aun en la destrucción más absoluta, me inspiran esperanza. Aprendo de ellos y creo, y espero, que saldrán reforzados de este trágico suceso.

    Mi corazón está con ellos.

    Saludos, y a pesar de todos, tal vez con más motivo que nunca, no os olvideis de ser felices.

    Pedro

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  2. Si Pedro, tienes razón con lo de que los japoneses inspiran resolución y entereza ante la desgracia. Seguro que se saldrán de esta, pero esto no disuelve la enormidad de su calvario en estos momentos. Estoy de acuerdo en que no somos nada ante los poderes de la madre naturaleza pero igualmente alucino con el entretejido geo-económico que la humanidad ha montado y como algo que localmente afecta un rincón relativamente pequeño del mundo puede afectarnos a todos de forma tan profunda. Cuando era pequeño la calamidad nos hubiera afectado simplemente a nivel humano y basta pero las ramificaciones e implicaciones que esto tiene sobre nuestro complejo tinglado de economía global no hubiera existido.

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  3. Uf! no se, no se, Xavi. Creo que llevamos igual de mal, me refiero al entresijo geo económico, mucho más tiempo del que pensamos.

    Dependemos del petróleo, por ejemplo, desde hace ya bastante tiempo. Antes era el carbón, oro, o simplemente capricho, envidias, deseo de tener más... Recuerda, dentro de poco será por el agua... En un hipotético caso, podríamos vivir sin electricidad, aunque retrocedíeramos varios años, pero sin agua...
    Tema polémico, muy triste y complicado. Saca lo peor del ser humano.

    Y en concreto respecto a las implicaciones políticas (¿Geo estrategia se llama ahora?), no hay más que mirar a Haiti, o la hambruna y el saqueo permanente en Africa.

    Por último, he pensado estos días lo que hubiera supuesto disponer del acceso actual a la información, prácticamente en tiempo real, en otras épocas: guerras mundiales, vietnan, guerra civil, Chernobil, ... ¿Habría cambiado algo?

    Nos queda animar a los amigos japoneses y poner nuestro grano de arena en lo que se pueda.

    Pedro

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