Locos días polideportivos

Si lo pillas bien, ésta época del año puede ser el séptimo cielo para esos quemaos a quienes nos gusta llenar el día con un par (o más) de actividades al aire libre. A estas alturas de primavera el esquí es una actividad matutina que por regla general empieza de madrugada y a las 10 ya estás haciendo el café y contando tus historietas en el bar del pueblo. Entonces te queda casi todo el día por delante y en lugar de gastarlo tontamente delante del ordenador claro está que es mucho mejor hacer otra salidilla en bici o salir a correr. Y así, después de unos días a éste ritmo, acabas durmiendo como un bebé.

Los senderos de Gunnison están deliciosos en estos momentos, la tierra está apelmazada, los arbustos de salvia sueltan una fragancia que te alela y no hace ni frío ni calor... lo que sí hace es un viento curioso, resultado del gran diferencial de temperaturas entre montañas y llanuras. Pero bueno, no todo puede ser perfecto. 

Hoy no he esquiado (las sábanas se me enganchaban mala manera) pero he agarrado la bici de carretera y cargado con un camelbak con las zapatillas de correr me he ido 15km valle abajo hasta llegar Crested Butte South, que es como un pueblo satélite de Crested Butte y allí, dónde el asfalto termina, he colocado la bici detrás de un árbol, me he puesto las zapatillas y he hecho un bucle, con tierra, barro y nieve que pasa por unas curiosas formaciones kársticas y por una fuente que e una bendición... ¡yujuuu!

Mañana diáfana en la montaña

Subiendo a la cima de Red Lady, la pala de la derecha es el inicio del descenso.

Hannah iniciando el larguísimo descenso hasta el valle (siguiendo la lengua de nieve)

Y por la tarde rodando en el divertido singletrack en Gunnison, mirando hacía las montañas que esquiamos por la mañana.