A medio camino entre Crested Butte y Aspen y en pleno corazón de las Elk Mountains existe un rincón que a intervalos regulares me llama cuál sirena irresistiblemente sexy. El lugar se llama Conundrum Hot Springs, que tal y como su nombre indica es un manantial de aguas termales. Lo que hace que esta fuente geotérmica sea diferente de la mayoría es que está situada en un apartado valle a 3400mt de altura únicamente accesible mediante una larga peregrinación a pie, o en esquís en invierno. Las termas son un simple agujero, rudamente excavado a mano en un bucólico prado alpino y nada más, no existe ningún tipo de comercialización. No obstante, a pesar de lo difícil de su acceso (entre 6-7 horas a pie) el lugar ha ganado popularidad en los últimos años y durante los meses de verano es normal encontrarse con lo que es una pequeña comunidad de nudistas acampados en tiendas alrededor de las termas, lo cuál hace difícil experimentar la paz y tranquilidad de este otrora idílico destino.
La única manera de asegurarse de tener las termas para uno solo es ir en invierno y eso es lo que hice unos días atrás. Salí con mis esquís de travesía superligeros y una mochila con todo el material y la comida para bibaquear una noche... ¡y para allá! Aprovechando un periodo anticiclónico y unas condiciones muy estables del manto níveo pude penetrar hasta lo mas profundo de nuestras montañas en solitario y con un mínimo de seguridad.
Empecé muy temprano, mucho antes de que el sol saliese de detrás de las montañas, remontando el hermoso valle de West Brush Creek, primero siguiendo el sinuoso cauce helado del río encajonado entre paredes rocosas y luego haciendo largos zig-zags por el terreno abierto y laberíntico del circo superior, formado por antiguas morrenas glaciares, hasta el amplio collado de Coffee Pot Pass.
De allí, con una bajada de 400mt de desnivel en una nieve ventada pero la mar de esquiable me planté en las termas a cosa del mediodía. Por supuesto no había una sola alma, solo las huellas en la nieve de algún coyote solitario y sin perder tiempo me despojé de todas mis múltiples capas de abrigo y me lancé al agua caliente, bueno, después de apartar una gruesa y viscosa capa de algas que había crecido en la superficie del estanque después de meses de regeneración. El sol radiante, el paisaje níveo, las aguas calientes, todo ello junto me puso en un estado catatónico que duró varias horas. Yo flotaba como las algas -era una alga- , enorme y pálida, a la merced de las fuerzas geotermales provenientes del centro de la tierra. De vez en cuando algún que otro pajarraco intentaba joder mi plácida existencia atacando mis víveres, que yo había convenientemente ubicado al borde del estanque hasta que lanzé una piedra a uno de ellos y le dí de lleno en el pecho. A partir de ahí no me molestaron para nada. Son listos los pájaros.
No fue facil abandonar el cálido abrazo de las aguas termales y vestirme en el punzante aire alpino para iniciar mi lenta ascension de vuelta al collado, donde pasaria una noche revuelta, un poco fria, entre sueños sin sentido y visiones de un firmamento cargado de estrellas. Al dia siguiente, despues de recibir al sol con la reverencia que se debe de sentir por un dios omnipotente, me calze los esquis e inicie el largo descenso de vuelta a la lejana civilizacion.
Xavi Fané