15 diciembre 2009

Planeta nieve





Nieve. Está por todas partes, cubriendo casas, coches, árboles, y la basura de los callejones mas cutres. El invierno se hizo esperar, pero ya ha llegado y a lo grande. En las últimas dos semanas ha caido un metro y medio de nieve en el pueblo y entre dos y tres en las cumbres. El paisaje reverbera con una fantástica luminosidad onírica y las montañas aparecen blandas y tiernas como inocentes ninfas que me llaman con melódicas voces de dolorosa sensualidad. Pero ojo!, no son inocentes ninfas sino que son mas bien pérfidas sirenas que a la que te descuidas te rajan y se te comen los intestinos mientras gritas moribundo. El peligro de aludes es extremo. Ni siquiera Josh, que no se pierde un día de la temporada sin esquiar algo radical ha salido hoy. No se lo que hace cuando no esquía, pero seguro que no es nada bueno. Yo en cambio soy mas plástico. Si no hay powder, me conformo con unos paseos por las pistas de fondo, que ahora mismo están para correrse.

El otro día viví una aventura de esas duras a la vieja usanza. La semana pasada Dave, Todd y yo decidimos salir hasta el refugio de montaña del cuál nos encargamos de cuidar y abastecer. En esta ocasión nuestra misión era portear un montón de papel de vater para que durase todo el invierno. Los días anteriores había nevado un buen paquete y como nadie había subido todavía
nos tocó abrir traza en la nieve profunda. Tomando turnos como si de un pelotón ciclista batallando los vientos fuésemos, trabajosamente fuimos haciendo camino hacia el refugio. Abrir traza era un curro considerable y la noche nos pilló cuando solo estábamos a medio camino. Llevábamos 4 horas de marcha y nos faltaban otras 3 o 4. Tan pronto el sol se ocultó tras las montañas que la temperaturas bajó en picado hasta los -25ºC. Entre los tres habíamos hecho este recorrido cientos de veces, en teoría nos conocíamos los 16km del recorrido como si fuese el trayecto entre el dormitorio y el lavabo, pero de noche y sin señal alguna del estrecho sendero que remonta el valle durante el verano, el espeso bosque de abetos logró desorientarnos. Extrañas sensaciones te invaden cuando estas mas perdido que Hansel y Grechel en el bosque y a veinticinco grados negativos. Te invade una inquietud y urgencia vital considerables. Sólo nos consolaba pensar en que entre los tres teníamos 30 rollos de papel de vater. Por lo menos, no íbamos a morir con los culos sucios.
Unas cuántos titubeos y rodeos mas tarde, justo cuando empezábamos a perder sensibilidad en nuestras extremidades y el agua en los camelbaks se había helado por fin llegamos al refugio. Claro que el interior del refugio estaba a -15ºC y nos llevó tres horas empezar a calentarlo con la estufa de leña a tope. Pero habíamos logrado sobrevivir.

Es una pena pero no tengo fotos de la travesía. La próxima vez que suba agarraré la cámara. Pero aquí teneis algunas del pueblo y las pistas de fondo para poder ver como está la situación nívea.

Xavi Fané

4 comentarios:

  1. Xavi, sin comentarios, las fotos son espectaculares, y la aventura aun mejor, un abrazo desde SC

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  2. tremendas las fotos,no dudes en mostrar mas estampas de lo que se tercie en la zona.


    saludos

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  3. Aun sin fotos nos pones los dientes largos, disfruta de ello pues eres un suertudo.

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  4. Y que bonito es recordar aquellos momentos de desorientación en medio de la noche, muerto de frio y sin tener claro cuando y en que estado llegaras a casa.

    Salut

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