11 agosto 2010

Bici-Boletaire











De pequeño siempre había pensado que los "boletaires", o buscadores de setas, estaban un tanto chalados. Levantarse a las tantas de la madrugada para dirigirse, cesta al brazo, a sus apartados rincones "secretos" de los bosques prepirenaicos. Lugares que guardaban con el mismo celo con que las bestias guardan a su matanza.  Todo por unos cuántos hongos de escurridizas texturas que me recordaban a la piel de rana y cuyos gustos y sabores eran demasiado sutiles para mi paladar infantil. Y eso sin mencionar la omnipresente posibilidad de sufrir una muerte lenta y horrible si uno se equivocaba de seta.

Quién habría pensado que años y años mas tarde y en estas montañas salvajes y tan lejanas de las tierras de mi niñez yo mismo fuera a convertirme en un boletaire yanqui, armado con mi navaja, mi cepillo de dientes para limpiar setas, mi librito de identificación y eso sí, en lugar de la típica cesta de la abuela, una mochila camelbak de máxima capacidad. Imposible saber a ciencia que es lo que me llama a vagar por los bosques en busca de unos ceps y rossinyols, pero creo en parte representa para mí una conexión más a las tradiciones de mis viejas tierras y eso es para mí algo importante. Me gustan los olores orgánicos que desprende el bosque después de las lluvias, me gusta el trance en el que entro cuando todos mis sentidos escudriñan la frondosidad silvática,  me gusta la psicodelia de colores que ven mis ojos. Y sí, también me gusta el sabor delicado y oloroso de las setas sobre un sendo plato de pasta o como guarnición de un buen filete de carne.

Una de mis formas predilectas de salir a buscar setas es usando la bici como medio de transporte. Dándole a los pedales y utilizando la extensa red de senderos que se adentran en las masas forestales de la zona, en un plis-plas uno se planta en lo mas profundo del bosque y una vez allí es fácil aparcar la bici y explorar el terreno circundante.

El chico en bici es Roger, y es el hijo de unos buenos amigos de Terrassa que está haciendo un intercambio con una familia de amigos de aquí. El recorrido se llama Strand Hill, un clásico de Crested Butte, y en los bosques de aspen por los que transcurre se hallan numerosas variedades de setas comestibles (aúnque mis favoritas lo hacen en los abetos)

Xavi Fané

2 comentarios:

  1. Vaya boleto mas majo que has sacado en la segunda foto. Quien lo pillara!!

    Por aqui otro biker "setero".

    Un saludo!!!

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  2. Me quedo esta vez, con tu "conexión" con la niñez, tu tierra, tradiciones... pienso que es importante no perder nada de eso. Eso... o como dicen mis amigos, ¡Me hago mayor y un llorica nostálgico! y con solo 33 tacos jejeje.

    Buen día y buen menú setatero!!!

    PRM

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